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En el imperio del papel, los libros digitales buscan un espacio

MES DEL LIBRO

En el imperio del papel, los libros digitales buscan un espacio

No echaron abajo la industria editorial como alguna vez se temió, pero los e-books avanzan en presencia. Hoy representan alrededor del 10% del mercado del mundo del libro en Chile y la lectura digital es parte de los hábitos locales. Los préstamos de la Biblioteca Pública Digital tuvieron una enorme alza en pandemia, pero hoy han bajado hasta niveles anteriores al virus. En un mundo dominado por las pantallas, la resistencia del impreso es total: “El libro en papel es el amo y señor de la industria”, dice Sebastián Rodríguez-Peña, director de la sede local del grupo editorial Penguin.

Roberto Careaga C., Artes y Letras, El Mercurio, Domingo 7 de abril de 2024.

Iba a ser una revolución. El impulso definitivo para la democratización de la lectura y, a la vez, el sepulturero de la industria editorial: el libro electrónico. Había pasado en la música: el formato digital Mp3, sumado a los avances de internet, desató un tráfico gratuito de canciones y discos en la red que tuvo a los sellos discográficos pendiendo de un hilo a fines de los 90. La aparición del e-book a mediados de los 2000 prometía un futuro similar: ¿quién iba a volver a una librería a comprar esos viejos dispositivos de papel cuando los libros estarían gratis dando vueltas online?

Por esos días, Amazon lanzaba con éxito al mercado su lector digital Kindle, el iPad de Apple incluía una “biblioteca” donde guardar los e-books y los teléfonos móviles mejoraban aceleradamente. Y en 2010, más de 100 editoriales españolas dieron la partida a Libranda, una distribuidora de libros digitales para el mundo, lo que no todos vieron con buenos ojos: inicialmente, la agencia literaria de la poderosa Carmen Balcells no aceptó que los libros de sus representados (desde Isabel Allende a Gabriel García Márquez) estuvieran comercializados en la plataforma. El miedo era sencillo, se creía que si un libro entraba a los circuitos de internet, ya no había control: piratearlo sería inevitable.

Pero los hechos despejaron los temores. El avance de los e-books no fue precisamente desbocado, no puso en jaque la industria editorial y tampoco, como propuso en esa época la Unicef, la lectura digital en dispositivos tan comunes como teléfonos móviles democratizó radicalmente la lectura en zonas sin acceso a libros o bibliotecas. “Ya sabemos que no va a ser como la música”, dice Sebastián Rodríguez-Peña, director general de la sede local de Penguin y activo participante en el desarrollo digital editorial. “El libro en papel es el amo y señor de la industria. En todos los estudios la gente dice preferir leer en papel y el 90% del negocio pasa por el libro físico. Esa cifra es decidora. Pero el ámbito digital sigue creciendo, va paso a paso y no vamos a dejar de estar ahí. Todos los libros que publicamos se lanzan simultáneamente como e-book”, explica.

El papel como objetivo

Según Rodríguez-Peña hoy los e-books son parte del paisaje lector, y probablemente es natural dada la completa penetración de lo digital en la vida cotidiana. Después de varios años de inversión con poco retorno, hoy los libros digitales en el país ocuparían alrededor de un 10% del mercado para Penguin, asegura Rodríguez-Peña, que cree que ese dato se hacen extensivo a todas las ventas chilenas. Según el Informe Anual del Libro Digital 2023 que la semana pasada fue publicado por Libranda, en España los niveles son mucho más altos, expresados en su participación en el mercado: España es el mercado principal del libro digital en lengua española, con una cuota del 56% en valor en euros. El segundo territorio con mayor peso continúa siendo México, con una cuota del 20% en valor en euros; el tercer territorio con más cuota es EE.UU. (siempre en lengua española), que cuenta con un peso de un 10% en valor en euros.

Distribuidor de libros electrónicos para 610 editoriales en español, Libranda en su informe señala que el año 2010 se encargaron de mover entre librerías, bibliotecas y plataformas de préstamos 2 mil títulos de e-books, mientras que en 2023 fueron 128 mil. El ascenso ha sido sistemático, naturalmente más significativo en los primeros años. De hecho, el año pasado hubo un crecimiento mayor: si el 2022 la presencia del libro digital se elevó en el mundo en un 4%, en 2023 fue en un 12%.

Según Libranda, el año pasado en Latinoamérica el mercado del libro electrónico tuvo un peso de 27%, pero las distribuciones difieren mucho dependiendo de cada país: en México llega al 20,3%, mientras que en Perú es solo un 0,6% y en Argentina un 1,1%. En Chile la presencia de 2,3%. Es una cifra aún pequeña, pero se entiende a la luz de cómo las editoriales locales se enfrentan a la producción de libros. Como cuenta María Paz Morales, presidenta de la agrupación Editoriales de Chile, el libro digital aún está en una fase de “exploración” para sellos independientes y universitarios. “El año pasado, el 55% de los libros publicados en papel por nuestras editoriales asociadas, también fue digitalizado. Creemos que este crecimiento tiene relación con las nuevas alternativas y canales de distribución como, por ejemplo, la Biblioteca Pública Digital, y el incremento que tuvo todo lo relacionado con lo digital durante y luego de la pandemia”, sostiene.

Más allá de las circunstancias, en el corazón de los métodos de los sellos de Editoriales de Chile se refuerza la idea que plantea Rodríguez-Peña: el papel como el amo y señor. “El mayor formato de producción, distribución y ventas para nuestro sector es el libro en papel a través de instancias o canales presenciales como librerías o ferias. En una consulta interna que realizamos a nuestra asociación, aún es mayor —en promedio— la cantidad de libros publicados en formato físico”, dice Morales. “Los libros son pensados y creados para ser publicados en papel y distribuidos y vendidos en canales físicos, canales que, al día de hoy, continúan siendo la mayor fuente de ingresos para gran parte de las editoriales independientes y universitarias”, añade.

Barreras y aperturas

A mediados de 2011, para comprar e-books desde Chile aún era necesario hacerlo a través de sitios extranjeros como Amazon o la tienda de iTunes. Libranda mantenía un control férreo sobre su catálogo, pero se expandió a Latinoamérica y representantes de la distribuidora llegaron a nuestro país para establecer una relación con librerías como Antártica o Feria Chilena del Libro. El plan era que aquellas tiendas tuvieran en sus páginas web un punto de venta específico para libros digitales. Pero el acuerdo nunca prosperó, ya fuera por dificultades técnicas o presupuestarias. Aún hoy esas librerías no venden e-books. Cada cierto tiempo corre el rumor de que BuscaLibre —hoy uno de los mayores canales de ventas para las editoriales— se abrirá al negocio digital. Pero esta semana el sitio aseguró a “El Mercurio” que todavía no hay una fecha definida.

“Esa es una de las barreras de entrada al libro: que ninguna librería chilena se ha interesado por vender libros digitales”, dice Rodríguez-Peña. Otra barrera posible es el precio de los dispositivos de lectura: vía Amazon, y sin gasto de envíos, el Kindle más sencillo vale $113 mil, mientras que en tiendas locales como Mercado Libre el valor del dispositivo empieza en torno a los 190 mil. Otro lector, el Kobo, cuesta desde los $180 mil. De cualquier forma, en Chile el uso de esos e-readers no es una rareza: en marzo de 2022, Fundación La Fuente e Ipsos entregaron el estudio Leer en Chile y según este, un 18% por ciento de los consultados dijeron que poseía algún tipo de esos dispositivos lectores. En el grupo socioeconómico ABC1 hay un 36% que dice tener uno.

Consignando datos de compra y consumo de libros, el estudio Leer en Chile concluía ya en 2022 que “la cadena del libro ha desplazado parte de sus operaciones a internet, y sin duda resultan un negocio cada vez más relevante para editoriales y distribuidores de contenido digital”. Según el informe, en la última década y coincidiendo con la masificación de internet y la irrupción de los e-book, la lectura digital ha ido creciendo: mientras en 2011 un 52% de las personas declaraba que nunca había leído un libro digital, en 2022 solo un 20% aseguró que nunca o casi nunca ocupaba o leía en este formato. “La brecha en la frecuencia de lectura de libros impresos versus los digitales es bastante estrecha: un 55% declara leer libros impresos al menos una vez a la semana, mientras un 49% declara leer libros digitales con la misma frecuencia”, añade el informe.

Los avances digitales tuvieron un momento especial durante la pandemia, cuando por los confinamientos estuvieron cerradas librerías y bibliotecas. El efecto fue muy visible en el despegue de la Biblioteca Pública Digital (BPD), que en 2020 aumentó sus préstamos en 48%. Nunca antes, habían crecido tanto. Según el Informe de Gestión 2023 de Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas, en los préstamos de e-books crecieron de 393 mil en 2019 a 573 mil en 2020. Luego bajaron: 461 mil en 2021; 415 mil en 2022, y 401 mil en 2023. Y aunque en el período también ha crecido la cantidad de títulos disponibles en la BPD (de 17.772 a 20 mil), los socios bajaron: en 2019 eran 79 mil, mientras que en 2023 fueron 66 mil.

Un nuevo paisaje

Pero más allá de la realidad de la BPD, hay quienes ven en el proceso un saldo positivo. “Creo que se ganaron lectores digitales. Tuvimos una expansión durante la pandemia, luego esos índices bajaron y no hemos vuelto a los niveles de lectura digital que teníamos en 2019, antes de la pandemia”, dice echando mano de su percepción Javier Sepúlveda, director de Ebooks Patagonia, editorial especializada en el área: le presta servicios digitales a más de 200 sellos, la mayoría chilenos. Es decir, convierte los libros en papel que publican en e-books y también los distribuye en plataformas de ventas y bibliotecas. Durante la pandemia, también tuvo un aumento explosivo de sus clientes: los servicios de diagramación digital crecieron en un 88% el año 2020. “Subió la lectura digital y la cantidad de libros vendidos”, dice Sepúlveda.

Para Sepúlveda, hay más información que muestra un cambio en el paradigma de los libros digitales. Su editorial también tiene una tienda de libros digitales, Libros Patagonia, la que desde marzo acaba de sumar el catálogo de editorial Planeta. “Años atrás, muchas editoriales no querían estar en todos lados, o solo en Amazon y Apple. O ponían restricciones a modelos de negocio. Pero está ocurriendo una liberación mental, de estas ataduras del siglo pasado que en vez de masificar la lectura ponían restricciones. Esa mentalidad está cambiando, hay una apertura. Se derribaron ciertos mitos y la lectura digital está ocupando un lugar en el fomento lector”, explica Sepúlveda.

Eso sí, aún la liberación tiene sus restricciones. El sitio Everand es una suerte de Netflix o Spotify de lecturas digitales. Por una suscripción mensual de $9.99 dólares, se puede acceder a e-books, revistas y diarios, como también escuchar pódcast y audiolibros. Actualmente tiene más de 2 millones de suscriptores, pero tiene ausencias: Penguin, uno de los más grandes grupos editoriales mundiales, no llegó acuerdo con el sitio y en Everand no está su catálogo. “Es un modelo de negocios distinto al que nosotros estamos trabajando”, explica Sebastián Rodríguez-Peña. “En todo caso, es súper estratégico el ámbito de los libros digitales. El 10% que representan en las ventas del mercado chileno no es poco, pero llevamos más de 10 años trabajando en esto. Para nosotros, los libros digitales son prioritarios porque ya son parte del paisaje general”, explica.

La visión es similar en el grupo Planeta, que tiene casi la totalidad de su catálogo de títulos físicos ya en formato e-book. “El sector digital se ha convertido en área muy relevante en el panorama editorial actual, manteniendo un crecimiento sostenido año tras año. Este crecimiento se refleja especialmente en el mercado de libros electrónicos, el cual está experimentando una consolidación cada vez mayor. Además, se está abriendo paso en el ámbito de los audiolibros, un segmento que está ganando una demanda significativa”, explica Macarena Parker, encargada del área digital de Planeta.

Parker menciona los audiolibros como un nuevo ámbito. No es un formato nuevo, sino que viene de las era de los casetes. Y aunque avanza a cuentagotas, se mueve: los primeros cuatro títulos más prestados por la Biblioteca Digital en 2023 no fueron en formato e-book, sino precisamente en audiolibros: “Harry Potter y la piedra filosofal”, de J. K. Rowling; “Un cuento perfecto”, de Elizabeth Benavent; “Kim Ji-young, nacida en 1982”, de Cho Nam-joo, y “Sapiens. De animales a dioses”, de Yuval Noah Harari. No se trata de una muestra que represente los hábitos de todos los chilenos, pero ahí están los audiolibros, buscando un espacio entre los libros digitales. Quizás tratando de encontrar un lugar en el reino del papel.

El espacio ubicado en el aeropuerto de la Biblioteca Pública Digital, que después del éxito de préstamos que tuvo en la pandemia volvió a las cifras usuales. SNP

Creo que se ganaron lectores digitales. Tuvimos una expansión durante la pandemia, luego esos índices bajaron y no hemos vuelto a los niveles de lectura digital que teníamos en 2019, antes de la pandemia”.
Javier Sepúlveda, DIRECTOR EBOOKS PATAGONIA

El libro en papel es el amo y señor de la industria. En todos los estudios la gente dice preferir leer en papel y el 90% del negocio pasa por el libro físico”.
Sebastián Rodríguez-Peña, DIRECTOR DE PENGUIN

Opinión: «Sobre el mercado del libro»

Sobre el mercado del libro

Señor Director:

Una muy buena entrevista hemos podido leer este domingo en el Cuerpo B de “El Mercurio” a Marcos Galperin, fundador, presidente y CEO de Mercado Libre. Pero me queda una gran duda sobre la actividad de esta empresa en lo relacionado con la venta de libros. ¿Cómo es posible que venda ejemplares de libros que son novedades (recién salidos al mercado o best sellers la mayoría de ellos) a valores inferiores a los que les venden los editores a ellos?

Una posibilidad es que se trate de “dumping”, realizado por el proveedor (no el editor ni Mercado Libre) o que se trate de libros ilegales. Los libros piratas son en Chile una gran industria muy mal controlada o perseguida por las autoridades correspondientes. Sería una lástima que una plataforma tecnológica tan exitosa como Mercado Libre fuera utilizada por inescrupulosos para la venta de libros piratas o ilegales causándole un daño enorme a toda la industria editorial y a los autores en particular.

Es probable que un alto porcentaje de libros vendidos no estén incluidos en la liquidación de los derechos de autor por ser ventas ilegales. Debemos evitar que la “mantita” de la vereda con libros piratas se desplace a las plataformas.

Pablo Dittborn

Carta publicada en el diario El Mercurio el Lunes 4 de septiembre de 2023.

La incertidumbre sobrevuela el renovado circuito de las librerías de Santiago

La incertidumbre sobrevuela el renovado circuito de las librerías de Santiago

Hay expectativas, hay público e incluso varias nuevas tiendas. Después de dos años de severas complicaciones derivadas de la pandemia, el paisaje de las librerías hoy en Santiago está renovado. Y si bien las ventas se están empezando a normalizar, también circula un ánimo a la baja. La latente amenaza de que los precios suban impulsados por la inflación también pone otro signo de precaución.

Roberto Careaga C., Artes y Letras, El Mercurio, Domingo 12 de junio de 2022.

Hay que compararse con el 2019. Es decir, pensar en tres años atrás. Ese es el cálculo que hace José Sanguinetti, gerente de negocios de la librería Antártica. Los dos años más duros de la pandemia, 2020 y 2021, en que todo el comercio debió cerrar sus puertas debido a confinamientos a los que obligó la pandemia, son un tiempo en suspenso y para muchos dejaron un verdadero hoyo financiero. Pero ahora la cosas volvieron a la normalidad y las ventas de libros han regresado casi como siempre. El casi es importante, porque más allá de esa librería, en otras el diagnóstico es diferente: un ánimo estancado dicen algunos libreros, mientras otros creen que el desafío es un estímulo, e incluso se han registrado aperturas de varias nuevas tiendas con bríos renovados para el mercado del libro.

“Es un momento complicado económicamente. Hay que tener orden de caja, responsabilidad financiera”, advierte Sergio Parra, librero con ya 20 años de experiencia en Metales Pesados. Su caso es un ejemplo de lo que está sucediendo en el centro de Santiago: instalado en José Miguel de la Barra, ha tenido que empezar a cerrar más temprano (ahora a las 19:00 horas, antes a las 20:00), porque cuando cae la noche el barrio deja de operar. “El comercio está con bajo público en el centro. Después de la pandemia, el comercio cambió su horario: lo único que queda abierto después de las siete son las farmacias, las botillerías y los cabarets”, dice Parra.

“En los últimos tres meses ha bajado bastante el comercio. Han sido bastante golpeadas las librerías físicas y virtuales. Y siendo que han llegado muchas novedades de libros, estamos más adelantados que Argentina, casi al mismo tiempo que en España, que es el gran productor. Pero se ha mantenido muy estancado”, dice Parra, dueño de una tienda emblemática de las librerías literarias de Santiago. Pero al lado de su diagnóstico hay que sumar una paradoja, pues en su barrio han llegado dos tiendas a reforzar el circuito librero del barrio Bellas Artes: desde el año pasado funciona la librería Flor de Papel (Merced 346-A) y hace una semana está en marcha blanca la Librería Editorial Usach (José Ramón Gutiérrez 284), que si bien tiene un catálogo centrado en su sello, también tiene libros de todas las editoriales.

A esos dos proyectos se suman otras nuevas librerías: en la comuna de Providencia se han instalado Escorpión Azul, ubicada en José Manuel Infante 100, y Alma Negra, en Nueva de Lyon 63. Mientras, en torno a Plaza Ñuñoa abrió La Cafebrería, en Dublé Almeyda 3541, y la Librería Espacio Ñuñoa, justo frente a la plaza, renovó completamente sus instalaciones y oferta. Incluso en Valparaíso hay nuevas aventuras: hace unos meses, se abrió la Librería Manuel Rojas, del Fondo de Cultura Económica. Se trata de proyectos con un marcado acento literario y cultural, que apoyados por actividades en los mismos locales buscan acercarse a la comunidad. Llegan para desafiar un contexto complejo.

“Ya hemos vuelto a funcionar con normalidad, el escenario es mucho mejor que el que teníamos hace uno o dos años, porque las librerías son espacios de difusión cultural que necesitan estar abiertas y encontrarse con la gente, no son solo lugares de compra. Pero las librerías seguimos en una modalidad de supervivencia”, explica Fabio Costa, dueño de las librerías Bros y presidente de la Asociación de Librerías Independientes. “Yo no conozco ni un caso, o si los hay son las excepciones, donde las tiendas puedan decir que respiran tranquilas. Hubo un par de años muy pesados en que nos endeudamos, o quedamos tambaleando o debimos reducir mucho el equipo. Y no sabemos cómo se viene la segunda mitad del año o el próximo”, añade Costa.

Las nuevas tiendas

Existía por años y tenía un público reducido pese a estar frente a la Plaza Ñuñoa, pero ahora cambió: la Librería Espacio Ñuñoa, dependiente del municipio, es un lugar amplio y luminoso, que incluye un café y mesas para que el público pueda trabajar. Su oferta de libros incluye todos los sellos, desde los más independientes hasta bestsellers e infantiles. Todos los viernes organizan lanzamientos o lecturas que incluyen descuentos en los libros. A unas cuadras, en Dublé Almeyda, La Cafebrería ofrece en un espacio más reducido una mezcla de cafetería con librería especializada en ciencias sociales, historia, teoría crítica, psicoanálisis. “Se abre como un espacio que pretende vincularse con los movimiento culturales del barrio. Últimamente han llegado nuevos vecinos, por los eventos que anunciamos en redes sociales”, dice el librero Alejandro Acosta, que cuenta que hace dos semanas se hizo una presentación ahí del libro “Hacer la noche”, de Constanza Michelson.

En La Cafebrería hay una tendencia a privilegiar los libros editados en Chile, algo que Galo Ghigliotto entiende como natural. Director de la Editorial Usach, acaban de abrir un local a unos pasos del GAM, que está armando un catálogo que incluye títulos de Planeta y Penguin Random House, pero con mucha presencia de los libros de la universidad y locales. “Creo que es necesario que haya más espacios, porque hay mucha producción nacional. El trabajo que están haciendo las editoriales universitarias e independientes es bien importante. Las editoriales son muchas, los fondos son muy amplios y no todas las librerías tienen todos los fondos”, dice Ghigliotto. “Nuestra librería que se abre acá en Lastarria es la culminación de un proceso de expansión y que busca cumplir con el objetivo de divulgar la cultura y el conocimiento”, añade.

La ambición es similar a la de Flor de Papel. Uno de sus dueños, Luis Cruz, cuenta que abrieron el año pasado aun con restricciones de la pandemia. “Nuestra idea es tener un espacio de conexión entre los lectores, los autores. Una librería donde pasen cosas. Que se puedan hacer lanzamientos, actividades”, dice. Y sospecha que ricos no se van a hacer, como ninguno de los libreros nuevos: “Más que olfatear un posible buen negocio al abrir una librería, hay una conciencia de que faltan espacios para difundir literatura chilena y latinoamericana. Las librerías nuevas van por ahí. El libro que más hemos vendido es “Piñén”, de Daniela Catrileo. Sabemos que la gente busca ese tipo de libros en librerías como la nuestra”, cuenta.

La diversidad incluso da para Alma Negra, una librería en Nueva de Lyon con un catálogo casi exclusivamente centrado en ciencias sociales y no ficción, que trae títulos muy específicos desde España y Argentina. “Nuestro proyecto se identifica con los movimientos feministas, queer, disidentes, antifascistas, antirracistas y, en general, con un cuestionamiento constante a los modos de vivir, de ser y de pensar asentados en el capitalismo”, dice Silvana Vetö, una de las dueñas de la tienda que también tiene una plataforma web. Y añade: “No siento que haya un ambiente tan competitivo, sino un afán de colaborar en extender el mundo de las librerías y de acercar los libros y la lectura cada vez a mayor cantidad de personas en Chile. Hacerlas parte de la vida cotidiana de los chilenos en general y no un bien de lujo”.

El golpe de la inflación

“Hay que ir viendo. Esperar a que sigan funcionando y que tengan un orden”, dice Sergio Parra recurriendo a su experiencia. “El consejo que les puedo dar es no endeudarse para tener caja y aguantar el frenazo que se está sintiendo. No traer importaciones, porque está saliendo muy caro y los libros están muy caros afuera”, añade; y no muy lejos de Metales Pesados, a unos pocos pasos de la Plaza Italia, la librería Espacio Forestal Qué Leo tiene sus puertas abiertas esperando público. Siempre están entrando y llegan muchas personas en las sucesivas actividades con escritores que realizan todas las semanas. “Después de dos años de encierro, ha aumentado la presencia de la gente en las actividades”, dice su dueño, Mario Cerda. Eso sí, las ventas no son las mejores.

“La actividad de la librería está normalizada, pero en lo que respecta a las ventas están bastante estancadas”, dice Rojas ubicado en el centro del estallido que aún tiene ecos. “No es una cuestión por el lugar en que estamos nosotros, sino algo bastante generalizado de todas las librerías. Todos están más o menos en la misma. Hay un estancamiento a nivel de ánimo. Las cosas no repuntaron desde principios de enero. Creo que es un miedo de la gente que compra libros, un miedo en la clase media, que está guardando la plata, porque la situación laboral no está tan sana”, añade.

La situación comercial es compleja mucho más allá del caso de las librerías, y eso lo ve con claridad José Sanguinetti, de Antártica, que tiene casi todas sus tiendas en malls a lo largo de Chile. “Hemos vuelto a una situación de relativa normalidad del primer semestre del 2019, y lo digo pensando que hay que dejar fuera en el cálculo lo que sucedió durante el 2020 y 2021. Quedó un hoyo financiero a los libreros más chicos, pero también cadenas grandes como nosotros”, dice. “Hay una merma significativa, porque si bien estamos vendiendo un poco más en términos efectivos, en relación con lo que ha subido la UF, estamos recibiendo menos que antes. La gente sigue leyendo y sigue entrando en las librerías, aun cuando el flujo en los malls ha caído. Llega menos gente a las tiendas, pero quienes entran van a comprar”, añade.

El otro fantasma ineludible es la inflación. En el caso de las librerías, sus productos vienen con un precio sugerido: son las editoriales las que proponen un valor del libro. Según Sanguinetti, la inflación en Chile aún no ha llegado del todo al sector. “Los costos en general están subiendo más rápido de lo que aumentan los precios de los libros. La librería ha asumido esa pérdida de margen de ganancias, no hemos subido nuestros precios como nos han subido los costos”, sostiene. Mientras Fabio Costa, desde la Asociación de Librerías Independientes, añade: “Los precios sugeridos se han estado ajustando al alza en los últimos dos o tres meses, pero solo en un 50% del catálogo. Es difícil precisar cuánto han subido los libros, pero menos que un 10%”.

Según Mario Cerda, los precios están subiendo y se lo han avisado desde los principales proveedores, Planeta y Penguin Random House. No se trata solo de la inflación local, sino del alto precio del papel en todo el mundo, entre otros factores. “En febrero y marzo las editoriales nos comunicaron de alzas en los precios de los libros, alzas que no son sustanciales, pero aun así eso repercute inmediatamente. Si antes la gente tenía en su cabeza la idea de que un libro caro partía de los $14.900, ahora puede estar en los $17.900. Así como todo sube, los libros también”, dice Cerda.

Suben los precios, sube también el número de librerías y la oferta de libros en la ciudad. La pandemia dejó costos en el sector que aún no están del todo cuantificados, pero es evidente que en el ambiente se huele el deseo de nuevas cosas y también un temor ante la incertidumbre. “El sector de las librerías está mucho mejor en términos comparativos con los dos años anteriores, pero no estamos bien”, dice Fabio Costa. “Lo bueno en este rubro es que el 99% de quienes nos metimos en esto no fue porque este sea el negocio más rentable, sino por los libros. Entonces, la gente sigue dando todo lo posible y saca la fuerza para seguir trabajando”, añade.

La gente sigue leyendo y sigue entrando en las librerías, aun cuando el flujo en los malls ha caído. Llega menos gente a las tiendas, pero quienes entran van a comprar”.
José Sanguinetti, LIBRERÍA ANTÁRTICA

Hemos vuelto a funcionar con normalidad, el escenario es mucho mejor que el que teníamos hace uno o dos años, pero las librerías seguimos en una modalidad de supervivencia”.
Fabio Costa, ASOCIACIÓN DE LIBRERÍAS INDEPENDIENTES

Creo que es necesario que haya más espacios, porque hay mucha producción nacional. Las editoriales son muchas, los fondos son muy amplios y no todas las librerías tienen todos los fondos”.
Galo Ghigliotto, LIBRERÍA EDITORIAL USACH

En febrero y marzo las editoriales nos comunicaron de alzas en los precios de los libros, alzas que no son sustanciales, pero aun así eso repercute inmediatamente”.
Mario Rojas, ESPACIO FORESTAL QUÉ LEO

En los últimos tres meses ha bajado bastante el comercio. Han sido bastante golpeadas las librerías físicas y virtuales. Se ha mantenido estancado”.
Sergio Parra, METALES PESADOS

La Cafebrería, café y libros, en Dublé Almeyda 3541.

Especializada en no ficción y humanidades, la librería Alma Negra está en Nueva de Lyon 63.

La librería Flor de Papel, en Merced 346, se suma al circuito librero de Bellas Artes.

A inicios de año abrió la librería Escorpión Azul, ubicada en Infante 100.

La renovada Librería Espacio Forestal está justo frente a la Plaza Ñuñoa, tiene un café, mesas para trabajar y todos los viernes realiza actividades culturales.

Sergio Parra abre la librería Metales Pesados, que actualmente cierra a las 19:00 horas.

En marcha blanca está Librería Editorial Usach, a pasos del GAM.

El precio del libro: tres perspectivas para explicar un aumento inevitable

El precio del libro: tres perspectivas para explicar un aumento inevitable

Matías Ávalos, La Palabra Quebrada, Jueves 28 de mayo de 2022.

A partir de la pandemia, la crisis en el sector editorial se manifestó de diferentes formas y hoy es el turno de los insumos con los que se produce el libro. Abordamos sus causas, consecuencias y posibles soluciones vistas desde una imprenta, una editorial y una librería.

Los años que nos tocan vivir pintan como de irremediable cambio de paradigma en casi todos los aspectos materiales que rodean una vida, aunque hay algunas cosas que permanecen. Lo primero es que todo gran cambio conlleva una crisis y el objeto que ocupa el centro de las reflexiones de este suplemento no está exento de ella.

En el plano local, el estallido desembocando en una nueva Constitución trajo consecuencias. Cierre de algunas empresas, cambios en los planes de otras. Y pa’ más recacha, diría un personaje de Alcalde, llegó la pandemia. Muchos sectores directa o indirectamente vinculados con la literatura se paralizaron. Incluso los fondos estatales pegaron volantazos que en muchas líneas tuvieron que ver con recortes, como la que financia estas jibarizadas páginas.

Las editoriales frenaron su producción por la incertidumbre. Las más hábiles aceleraron sus planes de digitalización (no confundir con vender e-books sino con tener tienda virtual, un sistema de gestión y promoción digital, etc.) y las menos, simplemente se sentaron a ver cómo el mundo aguantaba los embates de una tormenta viral y económica que en algún momento iba a parar.

Cuando amainó un poco el aguacero salimos y el paisaje era distinto. La hiper-conexión planetaria había mermado y volvió al mundo menos eficiente. Ese tráfico marítimo inmenso que alimentaba los centros bursátiles y los megapuertos de todo el mundo, y que nos habían metido en la pandemia gracias a la super circulación de virus, ahora demostraban su función: lograr los costos más bajos posibles para aumentar, también lo máximo posible, la ganancia, sin importar en qué condiciones cosen nuestros jeans quienes los cosen, o en nuestro caso, qué árboles se talaron para el papel barato ni en qué condiciones quedan esos suelos. Tampoco cuán necesario es tener diez jeans baratos gracias al sudor de un joven chino de a diez centavos la hora, si con dos buenos ando joya. La comparación con libros te la dejo a ti.

Más allá de esto, en las redes sociales las descripciones del exterior luego del temporal apuntaban, todas y cada una, al precio del papel y los cartones para portadas, a su escasez, a las consecuencias que tendría en la industria editorial.

IMPRENTA

Quise saber cómo se veía este cambio desde una imprenta. Aproveché que tengo un libro en la editorial que co-dirijo a punto de salir en una, para desviar la conversación e indagar como quien conversa con su casera sobre el estado de la fruta que le compra seguido. La figura de casera o casero con Ximena Avendaño, ejecutiva en Maval, es bastante precisa, pues es ella quien te acompaña durante el proceso, respondiendo altiro tus dudas y gestionando los cambios que necesites. Ximena sabe de lo que habla. Es rápida, va al hueso en lo que se le pregunta con esa habilidad que pocas personas tienen de ser concretos y amables a la vez. Le cuento lo que motivó mi reportaje y me dice, ordenando mis dudas:

X: La historia es un poquito más larga. Producto de la pandemia se detuvieron las producciones. De libros y de papel. Cuando se reactivaba una producción se frenaba otra. Por eso hubo varios quiebres de stock. Momentos en los que la oferta de papel no podía responder a la demanda.

Además, durante ese tiempo hubo muchas empresas que, o cerraron, o se pasaron a la producción del cartón corrugado, y al papel ya no volvieron.

Entonces tenemos menos empresas que producen papel, mucha más demanda, y súmale el hecho de que los transportes también subieron. Antes traer un container salía $5.000 dólares y en un momento llegó a los $18.000. Ha ido bajando, pero está como en los $14.000.

M: ¿Eso para el caso de los papeles importados?

X: Es que todos los papeles son importados. Chile no produce papel bond. O casi no produce. Hoy día la producción de papel tampoco te da mucha alternativa. Son papeles estucados o sin estuco. Couché, en sus diferentes gramajes o bond, en sus diferentes gramajes, que empiezan en los 56 gramos y termina en los 140.

M: Además del valor te quería preguntar por las opciones. Quizá los libros podrían ser de otra forma.

X: Antes había muchas más opciones. Ahora las hay, pero sus precios son prohibitivos. A veces la gente me pide cotizar en papeles especiales en los que un pliego sale lo que un kilo de couché o bond.

M: Así que ustedes como imprenta hacen una curatoría en función de optimizar los costos, digamos.

X: Es que todos los clientes que me cotizan a mí están cotizando en más lugares porque buscan maximizar su presupuesto.

M: Desde tu perspectiva, ¿este aumento se va a sostener?

X: Las fábricas que se cambiaron al cartón no van a volver al papel, y las que cerraron no parece que van a volver a abrir. Eso redujo la oferta de la importación y hace que el precio, como mínimo, se mantenga. Y los efectos de la pandemia no se han ido. Muchas empresas que importan papel a Chile lo traen desde China, que es un papel barato. Pero el puerto de Shangai está funcionando en un 25% o 30% porque volvieron con las cuarentenas.

Así que los factores son varios. Menos producción, mayor demanda, problemas de logística por el transporte, antes traer el papel de afuera demoraba dos meses, ahora pueden ser cuatro o seis, y a un precio de casi el triple de antes de la pandemia. Muchos papeles, entre que empezó la pandemia hasta ahora, han tenido un alza de casi el 100%.

M: ¿Qué se puede hacer con todo eso en contra?

X: Lo primero es no desperdiciar nada del pliego. Preferir formatos donde se utilice todo el papel, cosa que no siempre pasa.

M: ¿Viste alguna modificación con el alza de los precios en tus clientes más habituales? Pienso en cantidad de ejemplares o formatos.

X: No tanta, la verdad. Porque la industria gráfica está migrando hacia la impresión por demanda. La tecnología te permite imprimir ejemplares a demanda, 100, 200, o un número muy puntual. No sé, 144.

M: ¿Y eso funciona en Chile?

X: Claro, nosotros en Maval imprimimos muchísimo a demanda, somos los que más imprimimos con esa lógica. La gente no se quiere quedar con demasiados libros. Ese es el futuro. Imprimir lo que crees que vas a vender.

EDITORIAL

Traslado la palabra futuro en las palmas de mis manos hacia la siguiente conversación, en la que quise hablar con un editor sobre la temporalidad en la que estamos atrapados los que estamos haciendo y queremos seguir haciendo libros ahora, a pesar de tener los números en contra. Sobre el presente de Provincianos Editores como ejemplo de muchas editoriales que comparten algunas de sus características (independientes, pequeñas, de regiones, jóvenes, que reciben apoyo estatal mediante fondos) hablamos con uno de sus editores, el poeta Andrés Urzúa de la Sotta.

M: ¿Vieron afectados los costos de producción durante la pandemia?.

A: Mira, a partir de tu invitación revisé dos documentos de diferentes fechas. La misma cotización de imprenta (mismo libro, misma cantidad de páginas, mismos materiales) subió un 67% desde septiembre de 2021 a abril de 2022. Se estabilizó un poco el stock de papeles, pero yo sospecho que los precios no van a bajar. Supongo que me vas a preguntar, pero a causa de esto nos hemos visto en la obligación de repensar los precios de nuestros libros, reajustarlos en función de los nuevos costos de imprenta…

M: A varios de ustedes les cambió el precio antes de recibir fondos comprometidos por un valor antiguo.

A: Nos pasó, sí, tengo un libro de Amster y una reedición de Soledad Fariña en que el valor postulado al fondo ya no se condice con los valores a los que llegaron en un momento, cuando el stock de papel bond directamente se quebró. Lo que hicimos fue prorrogarlos a la espera de que ese problema se solucionara y los precios se estabilizaran. Cosa que pasó un poco.

M: Sería interesante saber qué van a hacer con eso desde Fondo del libro.

A: Nosotros estamos contemplando varias opciones. Disminuir el tiraje comprometido, cambiar el formato u optar por gramajes diferentes.

Alguna opción que haga calzar una variable que el Fondo no puede hacer, que es la de aumentar el dinero adjudicado retroactivamente. Lo que me imagino que sí podrán hacer para resolver esta situación es aceptar la rendición de un libro que no tiene las mismas características de lo postulado. Porque los costos generales de la producción de un libro han aumentado bastante.

M: Y esto, además de la rendición, ¿tiene como objetivo sostener el precio final del libro?

A: Sí, ese es un principio. Uno quiere sostener el precio de venta final, pero está siendo insostenible. Pero ahí hay una discusión que proponer. Yo no sé qué tan caro son los libros en rigor. Sé que me gustaría que estén más baratos y al alcance de todas las personas. Pero la verdad es que a los lectores de los libros que nosotros publicamos, que son poesía y narrativa, no sé si les va a ser una diferencia tan relevante subir 500 o 1000 pesos el ejemplar. Después hay más estrategias. Nosotros para la venta online damos el envío gratuito. Es decir, lo incluimos en el precio final del libro. Para eso hubo que hacer una investigación de cuál empresa era la más conveniente.

M: Su web está muy bien. Lo digital, ¿les interesó a partir de la pandemia?

A: Es que la editorial nació en pandemia. Por lo tanto la necesidad de levantar una tienda online y darle prioridad al marketing digital, estaba instalada desde el principio. Sin embargo, creo que el desafío para el mundo editorial es mucho mayor que levantar una tienda online. Tiene que haber un mejor manejo de redes sociales, algo difícil para nosotros porque por tiempo o capacidades es algo que hemos ido aprendiendo sobre la marcha. En ese sentido Instagram fue la plataforma que hoy día genera más movimiento, sobre todo para que ese movimiento se transforme en venta.

LIBRERÍA

Trabajo como copywriter escribiendo anuncios y páginas webs para marcas. Hay varias nociones del marketing que me parecen interesantes para pensar el mundo del libro. Una es la teoría de los océanos.

Una empresa es un pez que nada en un océano (el de su industria o sector productivo, compuesto de sus consumidores-clientes-compradores). El océano es azul mientras cada pez-empresa dispone del suficiente espacio para alimentarse. Pero a medida que el océano se llena de peces-empresas, la competencia se intensifica y el océano empieza a ser más y más rojo. La manera de volver azul otra vez el océano es producir, dentro del nicho o industria o sector productivo, a su vez un sub-nicho en el que el pez vuelve a disponer de un espacio azul.

Catálogo libros, librería y editorial de la profesora y traductora Cecilia Bettoni, es un caso paradigmático en ese sentido. Es la única librería de la Quinta región casi exclusivamente especializada en pensamiento, filosofía, estética, artes visuales y ensayo que, por lo mismo, tiene un público estable que varía entre estudiantes de posgrado, escritores y escritoras, profes o lectores más especializados que se alegran cuando la editorial trae, con muy poco delay, las novedades que se producen en la región y otros continentes.

Hablé con Pedro Pérez Díaz, su librero, licenciado en Filosofía y doctorando, quien maneja la oferta de la librería bajo una clave muy sencilla: «conozco a los amigos y amigas que compran siempre, sé qué libros los van a alegrar o servir, y los traigo».

M: Quería hablar con vos porque son los que terminan poniéndole la cara al precio (nos reímos).

P: De lo del aumento de precio me fui enterando por el camino por conversaciones con editores. Raúl Freire de Mimesis sobre todo, que es el editor que más veo. Él me fue adelantando que se venía un alza, por escasez. De hecho un primer adelanto fue que los libros de Mimesis cambiaron el papel, porque no había del que venían usando en sus colecciones. Y lo hablamos como un bajón para ellos porque les cambiaba la uniformidad que ellos estaban buscando a nivel de diseño, de materialidad.

Con Cecilia vimos con las últimas importaciones de España que hubo un alza de por lo menos un 15% o 20%.

M: ¿Entonces los españoles aumentaron su PVP?

P: Sí, esas editoriales que traemos (Abada, Akal, Pepitas de calabaza) tomaron esa decisión, además subió el flete que los trae. Antes era bien equiparable. Un libro de 20 euros llegaba a 20 lucas. Ahora los mismos libros llegan a 27.

M: ¿Influyó en sus ventas?

P: La verdad que recién ahora estamos viendo un poquito un remezón en términos de venta. Pero haciendo un balance general la librería no ha disminuido tanto sus ventas. Recién a partir de la segunda mitad del año pasado se empezó a ver afectado.

M: ¿Con los nacionales?

P: Es que empezó a pasar algo que hacía tiempo no pasaba con los libros nacionales. Algunas editoriales subieron dos, tres o cuatro lucas su precio. Incluso hubo cambios en la materialidad como te decía. Yo me fijé ahora en las novedades de Metales Pesados, por ejemplo, que cambiaron la caja del libro, la letra, el papel. Sacaron ahora un libro de Werner Hamacher, grandote. Un libro que tal vez con el diseño, la fuente, el papel que usaba Metales iba a tener 600 páginas y lo lograron hacer de 400. Además, algunos de sus libros vinieron con aumento. Esto como ejemplo de que ya se nota. Subió el aceite y también subieron los libros.

M: ¿A qué creés que se debe la estabilidad en sus ventas?

P: Por tener un público lector amigo, ser una librería más bien especializada, que no está tan pendiente de las novedades sino de lo que nuestros clientes van necesitando. Y también el tema del precio. No es por mala leche con otras librerías pero cuando se depende exclusivamente de distribuidoras, y hay distribuidoras que son muy alzadas, los libros llegan a precios absurdos. Un ejemplo: Cecilia fue a Buenos Aires a traer novedades. Un libro de Cuenco de plata lo he visto a 35 lucas y nosotros lo dejamos, y ganando, a 24. Así que si bien sabemos que muchos libros en relación con la economía nacional cuesta mucho comprarlos, buscamos diferentes estrategias para que el precio no se escale a esos números que son una locura. La principal es tratar de comprarle directamente a muchas editoriales. Lo cual permite que el libro llegue a un precio más razonable.

De esta conversación me quedo con las palabras: amigos y amigas, estrategias. Y del reportaje en general con el regreso a escalas manejables, la búsqueda por achicar el efecto del intermediario. También con las preguntas sobre si en verdad son caros los libros en Chile, atendiendo a todas las dimensiones que lo atraviesan y que no tienen que ver sólo con el IVA. Me pregunto si es el precio lo que impide la lectoría o la serie de atentados culturales a su valor (que no es lo mismo que precio). En mi memoria, la mesa de un bar post-lanzamiento de libro, donde había más cervezas que libros, y en la que todos reíamos dichosos.

Aprueban derecho a la «muerte digna» y descartan suprimir el IVA a los libros

Se votó informe de la comisión de Sistemas de Conocimiento

Aprueban derecho a la «muerte digna» y descartan suprimir el IVA a los libros

También se dio luz verde al reconocimiento del patrimonio lingüístico y la creación de medios de caracter público.

El Sur, Jueves 21 de abril de 2022.

Luego de que la Convención Constitucional aprobó en sus últimas sesiones una serie de artículos referentes a derechos fundamentales en salud, educación y trabajo, entre otros, ayer fue el turno del tercer informe de la comisión de Sistemas de Conocimiento.

Hasta las 21 horas, se había rechazado el articulado del derecho al turismo, como también el derecho «a la desobediencia civil», mientras que el inciso primero del artículo 29, que asegura el derecho a toda persona a una «muerte digna», había sido aprobado. El segundo inciso sobre eutanasia fue rechazado, el tercer inciso sobre cuidados paliativos fue aprobado y el cuarto, tampoco fue visado.

Más temprano se aprobó inciso primero del artículo uno, que se refiere a la infraestructura de telecomunicaciones como de interés público.

En cuanto a medios de comunicación, se aprobó uno de los incisos del artículo quinto que propone la creación de medios de carácter público en diferentes plataformas.

Los párrafos sobre el Sistema Nacional de Medios Públicos y Comunitarios, Consejo Nacional de Comunicaciones y la planificación estatal del espectro electromagnético fueron rechazados y devueltos a la comisión.

En la plurinacionalidad, fue aprobado el reconocimiento del patrimonio lingüístico (art. 15).

Una de las medidas que generó mayor debate fue la propuesta de supresión del IVA en los libros (art. 17). Tal inciso fue rechazado, aunque la obligación por fomentar políticas públicas en apoyo a la lectura y fortalecimiento de bibliotecas públicas fue aprobada por el pleno.