• Ingresa tu e-mail aquí

    Únete a otros 90 suscriptores
  • Dónde estudiar bibliotecología
  • Libérate lee
  • panoramas gratis
  • El 5º poder
  • Secciones

El plan para que 6 de cada 10 chilenos sean lectores el 2020

Doce instituciones se pusieron de acuerdo para fomentar la lectura entre los chilenos, para lo que crearon un plan para este año y una política de largo plazo, que aún es algo vaga. Para ayudar en la tarea, presentamos también nuestras propias lecciones sobre el fomento lector.

Antonia Laborde, El Definido, 28 de abril de 2015.

Que leer un libro impreso sea un derecho del ciudadano chileno. Esa es la cruzada que pretende encauzar la nueva Política Nacional de Lectura y el Libro (PNLL) entre el 2015 y el 2020. Porque no nos sirven nuevas bibliotecas si no hay nuevos lectores, el plan pretende fomentar el crecimiento de ambos con 90 medidas, las cuales están divididas en cinco ejes: lectura, creación, patrimonio bibliográfico, industria e internacionalización y marco jurídico institucional.

Según la Encuesta de Comportamiento Lector 2014, el 51% de los chilenos declara leer al menos un libro al año, cifra que esta política pretende aumentar en 10 puntos porcentuales para el 2020. La tarea no es fácil, considerando que a medida que pasan los años, las cifras de lectura decaen al igual que las de asistencia a las bibliotecas públicas. Y es que si bien en el ámbito escolar el tema ha avanzado bastante y ayuda a subir el promedio, con datos como que entre 2009 y 2013 el índice de libros por estudiante aumentó de 1,6 a 3,8 en educación básica y de 3,8 a 4,8 en educación media, lo que se acerca al estándar internacional que considera seis libros por alumno, el promedio se cae cuando revisamos las cifras de lectura por placer.

Quienes más leen por motivos de estudio van de los 9 a 13 años (93,8%), luego de 14 a 18 (77,3%) y seguidos por los que tienen desde 19 a 25 años (60,9%). Sin embargo, estas estadísticas disminuyen drásticamente cuando la población declara leer por motivos de entretención u ocio, situación en que los márgenes etarios van de 9 a 13 años (40,5%), 14 a 18 (49,3%) y 19 a 25 (55,3%). Ahora, la cifra de lectura por este motivo es más estable para la población que comprende los tramos de edad de 26 a 40 años (54,9%), 41 a 55 (48,8) y 56 a 65 años (48,7%).

No deja de ser relevante el factor socioeconómico y cultural, que se grafica en que la población del segmento E, que declaró haber leído al menos un libro al año, alcanzó sólo el 29,8% frente al 70,3% del ABC1.

El plan a corto plazo

Para el primer año de vida de la nueva política, las medidas del Plan Nacional de la Lectura están claras. Con una inversión de $16 mil millones para el 2015, el doble de lo que costó el programa del polémico «Maletín Literario» el (2008-2010), el ministerio de Educación, el de Desarrollo Social, la Secretaría General de la Presidencia, la Dibam, la Junji, la Fundación Integra y la Junaeb, trabajarán en conjunto por hacer que más chilenos tengan acceso a los libros y los lean.

http://www.plandelectura.cl/noticias-destacadas/ministra-barattini-presenta-politica-del-libro-y-su-eje-principal-el-plan-nacional-de-la-lectura

Entre las principales medidas que se tomarán este año figuran:

-Habilitar las nuevas bibliotecas públicas en Arica y Punta Arenas donde no hay. Alrededor de 300 mil personas podrán acceder a libros.

-Fortalecimiento de los Espacios de Mediación Lectora (lugares físicos donde se lee y hay un responsable, el mediador) a través de los siguientes componentes: entrega de bibliografía, capacitaciones y redes, seguimiento y evaluación.

-Se entregarán las bibliotecas de aula (espacio aparte de la sala de clases donde se lee) para 1° y 2° básico al 30 % de las escuelas públicas del país (2.040 aulas en 645 establecimientos) y se repondrán bibliotecas al 100 % de los cursos de kínder (3.050 aulas en 2.271 establecimientos).

-Entrega de libros y guías sobre el fomento lector en jardines y salas cunas.

-Ampliación en un 10% de la Biblioteca Nacional Digital (hoy con más de 170.000 títulos)

-Durante los periodos de vacaciones se habilitarán espacios de lectura en 280 escuelas públicas abiertas, además de ofrecer actividades para fomentar hábitos de estudio y vida sana.

-Se suman dos libros a los 23 elementos que entrega el Gobierno como ajuar para los recién nacidos: «Cuidados Básicos y Estimulación: Mi Primer Libro» (libro de juguete con colores, texturas y sonidos) y Te cuento mi cuento (que cuenta con 100 cuentos nacionales e ilustraciones).

-Se implementarán en 16 recintos penitenciarios bibliotecas con colecciones pertinentes y préstamo automatizado, capacitando al personal a cargo y desarrollando actividades de fomento lector y escritor.

-Elaboración y distribución de 500.000 cuadernillos de lectura y recomendaciones para la familia.

-Implementación de un programa para apoyar a los docentes en metodologías de enseñanza de la lectura y escritura en 36 establecimientos municipales.

-Aquí se Lee: programa permanente que propone varias etapas para el 2015: 1) creación de una base de datos y agentes y promotores de la lectura en el país, 2) actualización de catastro de iniciativas de fomento lector públicas y privadas; 3) catastro y registro de espacios convencionales y no convencionales de lectura. Todo lo anterior tiene por finalidad generar desde 2016 la visibilización de la lectura por medio de mapas (para ser entregados en lugares públicos) y señaléticas que permitan diseñar y difundir una “Ruta de la lectura” regional y nacional.

Lo que viene después

Con los objetivos y medidas que vendrán a largo plazo, hasta 2020, llegaron las críticas al plan nacional. No solo porque no se considera en ninguna parte la reducción del impuesto al libro, un anhelo de larga data de algunos promotores de la lectura; sino por la falta de claridad en las acciones de largo plazo que se tomarán para llevar a cabo los objetivos del proyecto en cuanto a la Lectura, Creación, Patrimonio bibliográfico, Industria e internacionalización y Marco jurídico e institucional.

El plan, que fue construido en base a consultas ciudadanas, agentes del mundo público y privado de la cadena del libro, escritores, integrantes del Parlamento del Libro y la Palabra, representantes de pueblos originarios y liderado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), es ambicioso en sus objetivos y vago en sus medidas, especialmente en cuanto a metodologías, plazos y datos cuantificables para cada una.

Por ejemplo, para el objetivo de «Fortalecer las bibliotecas y espacios de lectura como el instrumento por excelencia de la democratización en el acceso al libro», una de las medidas es «Fortalecer la articulación entre bibliotecas públicas y establecimientos educativos (jardines infantiles, escuelas y liceos)» o «Potenciar la creación de bibliotecas, con énfasis en primera infancia, en espacios no convencionales como hospitales, consultorios, postas rurales», pero no se señala cuál es el camino para lograrlo.

Lo mismo con el objetivo de «Incentivar el emprendimiento de editoriales, librerías y profesionales del libro, para fomentar la sustentabilidad de la creación, producción y circulación del libro nacional», donde algunas medidas son «Ampliar las líneas de fomento a la producción del libro y las literaturas indígenas, tanto de la memoria como de la creación literaria actual», «Fomentar el perfeccionamiento de los profesionales relacionados con la cadena de la lectura y el libro, que permita asumir la formación y especialización de editores, ilustradores, libreros, agentes y otros profesionales del libro» o » Impulsar la creación de instrumentos de fomento productivo para el surgimiento de librerías y editoriales regionales, con énfasis en las universidades».

Además de eso, se le critica que sean 12 instituciones las que estén a cargo de implementar la nueva política, porque la responsabilidad de llevarla a cabo puede diluirse entre unas y otras.

Puedes leer el plan completo aquí.