Sexta versión de El Placer de Oír Leer:
La antigua costumbre de leer a viva voz se adapta a la era digital
Tras una selección regional, el concurso de cuentacuentos escolares realizó, por primera vez, una final en formato virtual.
M.C., Educación El Mercurio, Domingo 13 de diciembre de 2020.
Durante sus cinco versiones anteriores, los estudiantes que llegaban a la final del concurso El Placer de Oír Leer solían reunirse en un mismo escenario a hacer eso que disfrutan y les resulta bien: leer un extracto de su libro favorito frente a otros.
Así por ejemplo, el año pasado la cita ocurrió en el Salón de Honor de la Municipalidad de Santiago, mientras que en años anteriores el encuentro fue en el Teatro Municipal de esa misma comuna.
Para llegar a esta instancia, antes todos se habían reunido en sus colegios o en encuentros locales entre varios establecimientos.
En 2020 las cosas fueran diferentes. Porque si bien el concurso mantuvo su esencia de reconocer a los mejores cuentacuentos escolares de Chile, por primera vez las competencias internas de cada colegio -que es donde se define a quienes participarán en las fases regionales que dan paso a la gran final- fueron todas en línea. Es decir, un jurado evaluó a distancia aspectos como la dicción o entonación de cada uno de los participantes, que este año representaron a cerca de 200 establecimientos repartidos en 123 comunas.
Todos cursan entre 3° y 6° básico.
El concurso, que es organizado por Fundación Yo Te Leo y Fundación Ibáñez Atkinson, y que cuenta con apoyo de la U. Católica, Ibby Chile y editorial SM, siguió con este modelo virtual para la final, que ocurrió a fines de esta semana: a través de un Zoom, 16 finalistas, provenientes de lugares como Taltal, El Carmen, Huiscapi o Porvenir, se conectaron digitalmente desde sus casas.
Conejos y Quijotes
“Me está acompañando mi mamá, que está aquí al lado mío. Mi papá y mi hermano están en el primer piso nerviosos”, diría Teresita Farías, estudiante de 6° básico de la Escuela San Rafael, en la comuna del mismo nombre, antes de leer su extracto y para dar cuenta de esta final con tintes más hogareños.
Frente a la pantalla del computador, la estudiante optó por leer una parte del libro “Un conejo sin orejas”.
Para representar los extractos que correspondían a la mamá conejo, Teresita subía el tono de su voz. Para representar al hijo, pausaba y volvía más lento su habla.
En todo momento, se acompañaba de la mano con la que no sostenía el texto para dar énfasis: la levantaba cuando quería resaltar una palabra en particular, o juntaba los dedos índice y pulgar cuando en la historia se hablaba sobre algo pequeño.
Sus buenos resultados la llevaron a obtener el primer lugar del concurso.
Aline Jutz, de Lago Ranco, optó por “Al conejito le encanta leer”, mientras que Lucas Pavez, de Copiapó, prefirió quedarse con un clásico, leyendo un extracto de “Aventuras de Don Quijote de la Mancha”.
Vestida con el uniforme de su colegio, Anny Guerra, de Rancagua, escogió leer “La abuela virtual y otros cuentos”, y destacó por hacer distintas muecas que ayudaban a representar el sentido de cada frase. Por ejemplo, al leer el extracto en el que una profesora cuestionaba a uno de sus alumnos, se preocupó de fruncir las cejas.
“Todos son ganadores por el solo hecho de haberse encantado con la lectura, especialmente en un año tan desafiante como este. Sin duda, este tipo de instancias deja una huella en los niños, profundizando su amor por la lectura y potenciando en ellos múltiples habilidades claves para su desarrollo socioemocional”, comenta Daniela del Valle, gerente general Fundación Ibáñez Atkinson.
Leer “nos da acceso a más vocabulario y puedo desarrollar mucho más mi imaginación”, concuerda Emilia Cortés, estudiante de Taltal.
“Es muy interesante para mí, porque puedes llegar a mundos muy grandes”, agrega Amir Fahfouhi, de Yungay.
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